21 de marzo de 2016

El orden de los factores no altera el producto

Debería estar estudiando inglés pero el primer día después de vacaciones siempre es el peor. Vacaciones vacaciones no han sido, pero estos 3 días me sirvieron para descansar y dejar de lado temas que, aunque siguen pendientes, necesitan reposar. En realidad, la que necesitaba reposar era yo, estaba demasiado "centrada" en todos los asuntos y, por consiguiente, en ninguno a la vez. 

En estas vacaciones exprés, me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no escribía en el blog, al menos no de la manera que solía escribir antes. Los motivos por los que escribo son diferentes en relación a los de hace un, dos o tres años (hace cuatro años ni se me pasaba por la cabeza escribir). Lo cierto es que si al principio escribía sobre temas que tenían que ver intrínsecamente con la universidad, conforme pasó el tiempo los temas fueron cambiando y como consecuencia los motivos también.

Hace mucho tiempo que no escribo porque quiera escribir, sino más bien porque me obligo a mí misma a escribir. Es decir, lo que antes me salía de forma natural, tengo la sensación de que últimamente no lo hago y si lo hago no escribo igual. En sí no es algo malo, o al menos no tanto como si no soy consciente de ello. 

Entonces ¿cómo puedo gestionar eso? ¿Tengo que obligarme a escribir? ¿Debo darme tiempo para volver a querer escribir? ¿Qué significa "querer escribir"? ¿Para qué escribo? ¿Para quién? ¿Escribo porque quiero escribir o porque tengo cierta obligación para quien lee mis post? ¿Alguien lee mis post?

Al principio me daba igual quien estuviera leyendo mis post, de hecho pensé que nadie salvo mi profesor los leía. De hecho ni me cuestionaba que este blog es un espacio abierto en el que todo el que quiera puede leerme. El blog surgió en un contexto universitario, en concreto en una asignatura de la carrera. Pero no terminaron al mismo tiempo, quiero decir, mientras que la asignatura de PDD terminó hace 4 años, al menos las clases presenciales y la asignatura en sí, el blog siguió y va a seguir, no de la misma manera que al principio. 

El hecho de que yo deje o continúe escribiendo en él, no implica que se acabe o no. Hay mucho de mí en él y pro muchos post que borre o modifique eso no va a cambiar el blog. Lo que para mí implica el blog es mucho más que un espacio donde escribir y reflexionar, sino algo más trascendental en mi formación profesional y personal durante estos años de carrera.

El post no iba a ir sobre esto, pero bueno. Escrito queda.

Las prácticas es sin duda uno de los mejores momentos que te ofrece la carrera. Está bien que la carrera te diga cómo puede ser una realidad en una clase, pero hasta que no estás en una no sabes lo que es. 

Tengo experiencia como estudiante en 4 niveles educativos diferentes y cada uno, pese a ser consecutivos, son muy dispares. A nivel organizacional tengo experiencia como ayudante en 3 de ellos y en unos meses espero tenerla en la que me queda. 

De Infantil no me acuerdo mucho:  salvo alguna caída y golpe en la cabeza, no recuerdo gran cosa. De Primaria recuerdo el día que me enseñaron a multiplicar, cuando cantábamos en inglés (el profesor de inglés también era profesor de música y venía siempre a clase con el piano) y demás anécdotas que me guardo por vergüenza. De la ESO prefiero no acordarme. Y de la Universidad una de las mejores etapas de mi vida, junto con Primaria. 

A nivel profesional, no sé cómo funciona la Educación Infantil (algo que llego a comprender cuando a los profesores se les llena la boca diciendo que los años anteriores a los 6 años pueden ser condicionantes e influyentes en las siguientes edades), sé más o menos cómo funciona Primaria (si las leyes educativas no cambiases cada vez que los políticos quieren sabría más al respecto) y de la Universidad, después de 4 años yendo a las reuniones del Departamento, sé que no tiene nada que ver con las etapas anteriores. 

Sé que me he quejado muchas veces sobre el tema, pero aún así no voy a dejar de quejarme. La mayoría de las asignaturas de la carrera priorizan los contenidos conceptuales a los procedimentales y actitudinales. Por ejemplo, si no sabes dividir es porque no sabes ni multiplicar ni restar, ambas consecuencia de no saber sumar.

Después de varios años de carrera  y de mi experiencia como estudiante, he llegado a la conclusión de que hay ciertos profesores que consideran que los niños son los que no entienden. No es que esos mismos profesores no sean capaces de explicarse de otra manera o de hacerles entender a los niños los contenidos. Esta premisa es consecuencia de una perspectiva  centrada en la figura del profesor, es decir, el profesor es el que sabe y los alumnos no, de modo que aquellos alumnos que no entienden las explicaciones es porque no se adaptan a las explicaciones del profesor. Eso implica, en una situación real actual, que una media de 30 alumnos por aula deben adaptarse a lo que una persona diga. No voy a comentar al respecto.

Este post no iba por esto tampoco.

Sólo me quedan 3 días de colegio, dos meses pasan volando. Guardo muchas anécdotas de este tiempo, pero una es especial. Estaba ayudando a un niño a realizar cambios de unidades de medida cuando me di cuenta que al colocar los datos de una resta iba a colocar en el minuendo el menor y en el sustraendo el mayor. Por ese motivo, le dije que arriba iba el grande y abajo el pequeño, a lo que el chico me respondió "El orden de los factores no altera el producto". No me esperaba para nada esa contestación, muy bien argumentada por otra parte si hubiese sido una suma. Cuando le hice entender que solo ocurría en las sumas y las multiplicaciones, se quedó pensativo durante un rato y después me dijo "Tienes razón".

Ese tipo de razonamientos que salen de forma tan natural no se priorizan tanto como deberían, al menos desde mi punto de vista. Darles espacios para asimilar lo aprendido y que ellos mismos sean capaces de construir, organizar y reestructurar su conocimiento es esencial para el aprendizaje, al menos tal y como entiendo yo el aprendizaje. Ver en los errores una oportunidad para aprender y no verlo como un fracaso. No es malo equivocarse, algo normal cuando se está aprendiendo, lo malo es no incorporarlo al proceso de aprendizaje.


13 de marzo de 2016

Padawan descalza

No me creo lo que estoy viendo; no sólo no has cerrado la pestaña del blog al encender el ordenador, sino que también te vas a poner a escribir.

Y ese asombro, ¿a qué viene?

Dímelo tú. ¿Cuándo es la última vez que escribiste en el blog?

Hace un par de semanas creo que publiqué un post.

Pero ese no cuenta.

¿Por qué?

Porque no lo escribiste desde el ordenador.

Pero la pregunta no era esa, me preguntaste por la última vez que escribí y no desde dónde lo escribí.

Bueno, da igual. El caso es que nunca te has tirado tanto tiempo sin escribir en el blog. 

¿Y desde cuándo eso es un problema para ti?

Por desgracia, desde que decidí hablar contigo.

Pero no habíamos quedado en que soy una borde (contigo porque a PD parece que le caigo bien), una pesada, una desorganizada, una indecisa, una insegura, etc...

Eso te lo has dicho tú solita.

Tú no lo has insinuado nunca ni me lo has dicho directamente.

Bueno... Igual sí, pero no con esas palabras. 

Precisamente esas palabras no, pero el significado era muy similar.

Me dirás que no llevo razón.

No siempre.

¿Cómo?

Hay veces que sí la llevas.

Puedes repetir eso, ¿por favor?

Hay veces que llevas razón.

¿Y eso lo has descubierto tú sola o hay alguien te lo ha dicho?

Yo solita. No es malo reconocer los errores que cometo.

No digo que sea malo, sólo que me sorprende que reconozcas tener defectos.

Tengo menos defectos de los que tú piensas. ¿Qué tiene de malo ser desordenada?

Que no hay quien encuentre tus cosas.

Con encontrarlas yo, me sobra.

Pero es que hay veces que no las encuentras.

Son detalles.

¿Cómo tienes el escritorio de la universidad?

Más colocado que el de mi habitación. En mi defensa, estas semanas anteriores ha estado más desordenado que el viernes cuando la limpié.

Solo faltaba que limpiándola quedase peor. 

Puede ocurrir.

¿Y qué me dices de borrar los post?

Es un clásico, ya deberías estar acostumbrado.

Si sabes que lo vas a borrar, no lo escribas, guárdalo como borrador, o al menos no lo publiques. Como la última vez.

Pero eso no siempre funciona. Hay post que no quiero borrar, al menos por ahora, y hay otros que desearía no haber publicado.

Mmm... No me convence esa explicación.

Ni esa ni ninguna. Oye, ¿por qué estás tan raro?

Es que hacía mucho tiempo que no hablabas conmigo.

¿Me echabas de menos?

Un poco...

Así que no soy tan mala después de todo.

Yo no dije que fueras mala...

EJEM...

Bueno... igual un poco. 

¿Y...?

Vale, quizá me equivoque al principio....

¿Y...?

¡NO PIENSO DECIRLO!

¿Decir el qué?

Lo que quieres que diga.

¿Y qué es lo que quiero que digas?

¡¡ERES INSOPORTABLE!!

No estaba pensando en eso.

¿No tienes otra cosa mejor que hacer?

Ahora que se ha puesto interesante la conversación, no.

...









Sigo esperando...

¿A qué?

Ya sabes a lo que me refiero.

Te lo dije muchas veces.

Mentira.

¿Alguna vez?

Como sigas así no me lo vas a decir ni una sola vez.

No eres mala.

¿Y...?

¡¡¡QUÉ GANAS TENGO DE QUE TE VAYAS DE UNA VEZ!!!

Joder, ¿tan difícil es decir algo bueno?

Tienes tatuajes.

Me he perdido. ¿Acaso tiene algo de malo?

No, supongo. 



4 de marzo de 2016

En blanco

Esta semana he estado yendo a un curso intensivo sobre cómo presentar trabajos académicos y lo cierto es que pese a acabar cansadísima entre las prácticas por las mañanas y el cursillo por las tardes, me ha venido muy bien asistir.

Considero que no tengo demasiados problemas a la hora de escribir, al menos me resulta más fácil escribir que hablar, pero sí que tenía serias dudas sobre qué hacer cuando no sabes sobre lo que quieres escribir, pero sabes que tienes que hacerlo, y no escribes, o lo escribes y los borras, o lo escribes y los modificas, o lo escribes y lo reescribes y no te acaba de convencer.

Me llamó la atención este aspecto porque es lo que me ocurre a mí en este momento con el TFG. Las lecturas no hacen más que acumularse y, como no tengo tiempo de leerlas, las que tengo que revisar y las que tengo que leer por primera vez se van apilando. No sé la de veces que he cambiado la carpeta en la que están las lecturas. Y las que quedan.

El curso me dejó tranquila respecto a eso porque se dijo que es algo normal; hasta que no me ponga a redactar no voy a saber qué incluir y qué no. Lo más importante es tener las ideas claras de cómo se van a integrar, relacionar y conectar los puntos clave, algo que no termino de ver muy claro.

Lo que más me preocupa es el espacio; si empiezas con la portada, el índice, la introducción, y la bibliografía ya ocupan la mitad del trabajo. Es cierto que no empecé a redactar, pero me conozco y sé que me voy a exceder del límite, de ahí que necesite tener claro los puntos clave. Creo que para entender el trabajo es necesario explicitar y concretar varios aspectos, sobre todo porque se consideran que el burnout es un sinónimo del malestar docente, del estrés, de la depresión y de la alienación. 

Si de entrada no se comprenden esas distinciones, el resto del trabajo carece de sentido. Hay varias maneras de entender el concepto (4 perspectivas diferente, que yo sepa)  y pese a que hay diferencias entre ellas, todas tienen en común que consideran que el burnout no es ninguno de esos conceptos, aunque generalmente se confundan. Con el concepto que tiene más relación y del que se diferencia en un detalle muy sutil  es del estrés, pero aún así no son sinónimos. 

Un aspecto esencial que vi en el curso fue tener claro quién va a leer el texto porque condiciona tanto el tipo de léxico como la manera de concretar ciertos conceptos. De modo que en función del receptor se priorizará un tipo de registro u otro, un vocabulario más preciso y una explicación más o menos exhaustiva. 

El primer día vimos qué hacer cuando nos encontrásemos ante un folio en blanco, es decir, cómo empezar a escribir, qué recursos se podían utilizar para comenzar a escribir. Una de las propuestas fue comenzar a escribir sobre el tema sin saber qué escribir. Puede parecer absurdo pero lo cierto es que si ni siquiera intentas escribir, no vas a escribir, mientras que si te obligas a hacerlo, no sólo vas a escribir, sino que vas a comenzar a soltarte escribiendo. Se aprende a escribir, escribiendo.