26 de diciembre de 2014

"¿Qué es un adulto? Un niño inflado por la edad." Simone de Beauvoir

Hace unas semanas, en concreto el viernes 12, tenía clase de DIDÁCTICA de las ciencias naturales, pero por motivos personales quise entrar en la sesión de prácticas anterior. Quise porque me dijeron que sin causa justificada y/o justificante no podía ir a una clase que no fuera la mía.

Uno de los motivos por los que tercero no me gusta es precisamente por esta asignatura, no solo porque haya más profesoras casi que carga docente sino porque lo que nos están dando no tiene NADA que ver con el nombre que tiene la asignatura. Sin ir más lejos, la evaluación de los contenidos de esa asignatura no están orientados a la didáctica de las ciencias naturales, guardando una lógica con la realidad del nombre de la asignatura, sino que nos examinan de las clases prácticas, es decir, de lo que se supone que ya sabemos, de los contenidos conceptuales que dimos el año pasado en dos asignaturas. 

Al principio del cuatrimestre, salió este debate, la distribución entre saber algo y saber enseñar algo, en otra asignatura pero yo no estuve de acuerdo con lo que se dijo. Considero tan o más importante saber algo que saberlo enseñar, y más teniendo en cuenta que el objetivo principal de la carrera, al menos el que debería ser, es dotar de herramientas para enseñar, motivar y aprender tanto para profesores como para los alumnos. 

A nivel personal, reconozco que no me acuerdo de los contenidos conceptuales de las asignaturas que se supone que tendría que recordar de primero de carrera. ¿En serio pretenden que nos acordemos cuando seamos profesores de los contenidos conceptuales que estamos recibiendo? ¿Alguien que haya realizado la carrera recuerda todos los contenidos conceptuales que se dan a lo largo de la carrera?

Más que saber lo que tiene que hacer un profesor es entender, es un proceso más complejo pero es el único, al menos en mi opinión, que es capaz de producir un aprendizaje significativo, es decir, aquel que es más prorrogable en el tiempo, o al menos que es más difícil de olvidar y más fácil de recordar.

Hay muchas maneras de fomentar el aprendizaje significativo, ya sea por medio del aprendizaje social o aprendizaje por descubrimiento, personalmente son las que más me gustan, o las que más utilizo, junto con Los Creativos, a la hora de elaborar las unidades didácticas. 

Los propios Creativos somos, a mi parecer, un buen ejemplo de aprendizaje social y por descubrimiento. Tenemos cualidades diferentes por separado pero juntos llegamos a conclusiones y descubrimos nuevas actividades que, estoy segura, separados no llegaríamos a descubrir. 

Me llamó la atención que no me dejaran pasar el último día de prácticas teniendo en cuenta que: se trata de una sesión donde se iban a realizar las últimas exposiciones de la asignatura, yo no tenía que realizar la exposición y la presencia a la sesión contaba para la nota final. Al principio quise ir por el último motivo, pero después de la situación tan absurda en la que me encontré no quise ir a la sesión que me correspondía pese a poder acudir.

Una lectura de PDD, que más me gustó y más vinculaciones a lo largo de la carrera estoy estableciendo, es "Soñar despierta". Al principio, me pareció una utopía de lo que puede ser o puede llegar a ser la docencia, en ese caso en concreto en la educación infantil, estando condicionada por el título del capítulo.  Pero conforme pasan las hojas, me fui dando cuenta que tampoco es una utopía, simplemente es dar la importancia que tiene a las cosas. 

Recuerdo un fragmento especialmente que trata sobre una niña que no va al colegio porque se va a desayunar con sus abuelos. De hecho, creo recordar que la propia madre le da explicaciones a la profesora y ésta le responde que si va a faltar por el mismo motivo ni se lo diga. 

Ya sé que regalo me voy a hacer a mí misma por Reyes, el libro en el que se encuentra este capítulo es "Los "trucos" del formador".

En la carrera hacen más falta contenidos didácticos que contenidos conceptuales, o al menos fomentar lo que tanto se dice sobre el aprendizaje social y no enseñar como hace 30 años. Para los que enseñan como les han enseñado, ¿realmente pretendéis que la situación cambie? Considero que si actuáis así es porque no creéis que se pueda cambiar. 

Sé que es fácil hablar de cambios, pero son procesos complejos y duros, sobre todo porque no son fijos, es decir, no puedes seguir los pasos de otras personas para conseguir el mismo cambio. Pero si ni siquiera intentas cambiar es porque no crees que la situación pueda cambiar. Nadie dijo que fuera fácil.




9 de diciembre de 2014

Encuesta docente



Una de las herramientas más poderosas que tenemos los estudiantes de la universidad, que considero que tendría que generalizarse a las demás etapas educativas, es la encuesta docente, en la que mostramos nuestro grado de participación y evaluamos a los profesores.

La evaluación no es unidireccional, es decir, no solo los profesores evalúan a los alumnos, sino que el hecho de que los alumnos puedan evaluar a los profesores es igual de importante. No hacerlo sería contraproducente para la docencia ya que se consideraría a los profesores como “Dioses” que están en poder de la Verdad y no pueden ser evaluados.

El otro día, no sé cuándo, estaba viendo un capítulo de “Cómo conocí a vuestra madre” en el que el protagonista, profesor de universidad novato, encuentra un foro de sus alumnos en el que le evalúan. Lo que más le molestaba al protagonista no era el hecho de haber recibido 60 opiniones muy buenas sino el motivo por el cuál uno de sus alumnos le consideraba mal profesor. No encontré la parte del capitulo en el que especifica su insatisfacción, pero el vídeo que se desglosa en el enlace muestra las dudas que le surgen a la hora de ser un tipo de profesor u otro.

Evaluar es un proceso de mediante el cual se califica numéricamente los conocimientos que has ido aprendiendo o enseñando en un periodo de tiempo. Tanto lo que se enseña como lo que se aprende debe ser evaluado, en mi opinión con demasiada rapidez, sobre todo porque considero que saber algo no significa haberlo aprendido necesariamente, sino que puede ser un simple proceso de recordar lo que se ha memorizado.

Enseñar y aprender es mucho más complejo que memorizar. Para enseñar y para aprender necesitas comprender, mientras que para memorizar no te hace falta. Te acuerdas porque te lo sabes de memoria pero si no te cuestionas por qué es así no lo has aprendido del todo, o al menos para mí no es un proceso de aprendizaje.

Volviendo al tema de cómo los profesores pueden interpretar ser evaluados, considero que es elemental y está estrechamente relacionado con la identidad docente y lo que se considera incidente crítico, es decir, aquellas situaciones que con las que no cuentan los profesores ya sea dentro o fuera del aula.

De manera más o menos consciente, nos evaluamos continuamente y evaluamos a los demás, quizá de manera mucho más explícita. No es un proceso difícil, pero justificar dicha evaluación sí que lo es, sobre todo porque recibes influencia de los demás y eso afecta a la evaluación que tú mismo tienes sobre una tercera persona o sobre ti mismo.

Es decir, la forma en la que nos influye o no, nos replanteamos nuestra manera de enseñar o aprender o no, afectará a un cambio o no. Si no consideramos que es nuestra culpa un determinado hecho no vamos a cambiar o quizá no cambias porque se ha producido un cambio que no tenía en cuenta.

Todo esto viene a que acabo de realizar la encuesta docente de este cuatrimestre porque considero es un recurso que tenemos los alumnos acerca de los profesores, de evaluarles, independientemente de que sea de manera anónima, sin tener en cuenta la menara en la que nos evalúan a nosotros.


Para mí, realizar la encuesta antes de saber la nota que tengo en las asignaturas es esencial porque mi evaluación hacia ellos es independiente de la nota que tenga, bastantes influencias tengo ya a la hora de realizar la encuesta. Es complicado ser totalmente objetivo en este tipo de encuestas y para  mí, es donde reside el rasgo distintivo del cuestionario, sobre todo porque han pasado demasiadas cosas durante estos meses como para pasarlas por alto, ya sea por tu experiencia personal como la que han tenido los compañeros. 

5 de diciembre de 2014

Predicar con el ejemplo



Siempre me ha molestado de la gente, y de mí misma, el hecho pretender cambiar algo pero no hacer nada por remediarlo, o al menos no durante mucho tiempo. Para mí, la docencia es un proceso dinámico, es decir, tienes que estar renovándote profesionalmente, sin tener en cuenta el nivel académico al que estés impartiendo clase.

Es cierto que en cualquier profesión es imprescindible, o al menos para mí lo es, avanzar conforme lo hacen las demandas porque considero que no son negativas, sobre todo aquellas que nos ayudan a desarrollarnos profesionalmente y a tener una visión más amplia o más concreta de nuestro campo de actuación.

Pero hay ciertas profesiones en las que el ámbito social es tan grande que la expresión “renovarse o morir” no está tan lejos de la realidad. Hace unas semanas leí un post de un profesor donde se explicitaba la dependencia de los profesores a las presentaciones de Power Point y lo que estaba produciendo en los alumnos. Un Power Point no deja de ser un simple recurso, al igual que puede ser un libro o buscar por internet, pero la manera de usarlo va a condicionar la manera en la que los alumnos consideren esa herramienta. En mi caso, todos los trabajos, o al menos la mayoría, han sido por medio de un Power Point por las ventajas que presenta como sintetizar la información y ser más visual que un libro, pero es cierto que puede resultar hasta cansado para nosotros estar continuamente utilizando ese recurso. Aunque no considero que sea un mal recurso, considero que se utiliza mal en el aula, o al menos la manera en la que me lo han enseñado a mí, porque, en ocasiones, se tiene gran dependencia de ese recurso. ¿Qué va a pasar el día que se vaya la luz?

En  mi opinión, creo que los alumnos estamos tan acostumbrados a ellos que ni tan siquiera nos importa lo que ponga en ellos, es decir, los consideramos como un recurso más. Acorde con este exceso de utilización de un recurso no tan novedoso, el otro día estuve debatiendo con un compañero sobre esta cuestión y me dijo: “Pero es que no se puede hacer de otra forma, los profesores se limitan a explicar que hay muchas formas de enseñar pero solo dan clases magistrales para prender que nosotros lo hagamos así”.

Mi contestación fue “Si piensas que no se puede hacer de otra forma, no lo vas a hacer”. Otra cosa es que sea más o menos fácil llevar a cabo una clase mediante una metodología más participativa del alumno, haciéndole partícipe de su propio aprendizaje. Si el profesor enseña a sus alumnos para que estos aprendan ¿qué sentido tiene que los alumnos no sepan lo que están aprendiendo, o que lo olviden a los pocos días de haberlo memorizado?

De hecho, todos hemos aprendido algo para un examen y al día siguiente o a las dos horas de haber realizado el examen, en mi caso, no te acordabas de lo que habías estudiado. Para mí, lo que te enseñan, sobre todo en la ESO y en el Bachillerato, es memorizar la máxima cantidad de información que puedas, independientemente de que la proceses o no, de que verdaderamente signifique algo para ti o no, de que te sirva en un futuro o no. Estudiar, o mejor dicho lo que entiendo por estudiar ahora mismo, es muy distinto a cómo lo consideraba cuando estaba en ESO y en Bachillerato, y no es por el nivel de exigencia, ya que quizá ahora se requiera mayor poder reflexivo que en etapas educativas anteriores, sino porque memorizar no sirve para nada si luego lo olvidas.

Como dice mi abuela “El movimiento se demuestra andando”. No puedes pretender que tus alumnos enseñen de manera innovadora si tú les enseñas de manera tradicional, donde las clases están guiadas por el profesor y el alumnado se limita a escuchar y estudiar, sin poder dar sentido a aquello que están aprendiendo.

No es la primera vez que nuestra clase recibe quejas por las veces que hablamos en clase, y seguramente lleven razón, pero hay veces que estamos reflexionando sobre lo que hablamos en clase porque consideramos que es importante. Pero no siempre es así, sino que nos limitamos a hablar de otras cosas, como hacemos tanto los alumnos como los profesores.

Quizá esté sensibilizándome a notar esta serie de situaciones, en la que puedo abstraerme del grupo y verlo desde una perspectiva distinta a la mía como alumna y a la del profesor, tanto por las lecturas que estoy realizando para la investigación como por el hecho de que en un futuro, cada vez más cercano, mi rol dentro de esta misma situación va a cambiar y la manera en la actúe o no, me dé cuenta de lo que sucede en el aula o no, va a condicionar mi identidad docente.

En la escasa experiencia que tengo como docente en las prácticas del año pasado, no me relaciono de igual manera con un grupo que con otro. Esto es así por dos motivos: no estuve el mismo tiempo con grupo que con otro y las experiencias que tuve no fueron las mismas. También era consciente, sobre todo las últimas semanas, que mi rol estaba cambiando no solo porque me implicaba más en las clases, sino porque los niños requerían más de mí y no se centraban tanto en la profesora que ellos tenían. Además, si había ocurrido algo durante la sesión que interpretaba como negativo, intentaba que mi estado de ánimo se mantuviese  en equilibrio.

Tengo que reconocer que desde que comencé a indagar sobre el tema del Burnout, focalizo más mi atención en los aspectos de relación entre los profesores, los profesores con los alumnos y los alumnos con los profesores, porque considero que es uno de los aspectos que más lo condicionan, o al menos que pueden condicionarlo. 

3 de diciembre de 2014

Debate entre yo y yo misma

En este momento del cuatrimestre, estoy tan saturada de exposiciones y trabajos que una parte de mí no quiere hacer nada porque está cansada y la otra solo piensa “un empujoncito más y no podrás tener tiempo libre en vacaciones porque tendrás que estudiar”. Puede resultar gracioso pero no lo es, al menos en este momento para mí.

Como puedo permitirme el lujo de perder tiempo, porque total mañana solo tengo que hacer una exposición (que no me sé mi parte), todo el papeleo de la beca de iniciación a la investigación (que alguien ya sabía el resultado pero no me lo quiso decir) e, si me quedan fuerzas, ir al gimnasio, aquí estoy, debatiendo conmigo misma sobre hacer un trabajo que tengo que entregar la semana que viene o no.

En sí el trabajo no es complicado, de hecho lo tengo pensado, pero tenía tantas ganas de escribir algo que no esté relacionado con la universidad.

Tengo la sensación de no desconectar de la rutina, de estar haciendo siempre lo mismo una y otra vez. No tengo tiempo de reflexionar sobre lo que hago, simplemente me limito a hacerlo, sin cuestionarlo demasiado.

Curiosamente reflexiono más o focalizo más la atención en aspectos que no tienen nada que ver con las asignaturas de este cuatrimestre. Soy  consciente de que estoy desmotivada  pero también sé que si quiero conseguir la carrera tengo que aprobar 3º y 4º, y que tengo que rendir más que los años anteriores por el hecho de que no me gustan las asignaturas, salvo plástica. Sin olvidarme, claro está, de historia del cuatrimestre que viene. Eso sí que va a ser divertido.

No me gusta escribir cuando estoy enfada por el hecho de que luego me enfado conmigo misma porque no tenía que haberlo escrito. No es que considere el hecho de escribir como algo negativo, sino que estar en un estado de ánimo determinado me hace escribir de una manera distinta a la que estoy acostumbrada.

El estar desmotivada hace que escriba menos en el blog, algo que considero que es esencial en el proceso de aprendizaje, hasta cierto punto. Aunque no escriba en el blog, hay asignaturas como literatura práctica en la que el poder reflexivo es mayor y puedo indagar más sobre los temas que se tratan. Pero no todas las asignaturas son así.

Para mí, la motivación lo es todo ya que condiciona tu manera de percibir o de interpretar lo que haces, la manera en la que lo haces, la forma en la que te relacionas con los demás, tomarte las cosas más o menos bien, tener una visión positiva de lo que ocurre a tu alrededor y de ti misma, incluso llegas a plantearte si en realidad merece la pena tanto esfuerzo para conseguir algo inalcanzable o difícil de alcanzar.


La semana pasada fui a una conferencia de Miguel Ángel Santos Guerra que se celebró en la facultad de educación por motivo de la fiesta del patrón de la facultad. Ya había acudido a un conferencia suya, en el VII EIDU realizado en 2013, pero en esa ocasión no pude estar presente en la conferencia entera. Contó muchas fábulas, todas y cada una de ellas a cuál más interesante, pero me quedo con una frase que dijo casi al finalizar: 

“Sólo a los peces muertos  les arrastra la corriente”.