29 de octubre de 2014

Hablar con la mirada



¿Hace falta hablar para que la otra persona te entienda? ¿Es cierto eso que dicen de que una mirada lo dice todo?

Hay momentos clave o vínculos afectivos, que realizamos no solo con nuestros familiares más cercanos o amigos, sino con gente que apenas conocemos, en los que el hecho de hablar pasa a un segundo plano y entran en juego estrategias como la inteligencia emocional o la sensibilidad de notar cambios en las personas que nos sirven para interpretar aquello que no se transmite de manera hablada.

Por ejemplo, el vínculo materno afectivo comienza antes del nacimiento del bebé y se prolonga hasta finalizar la infancia o comienzos de la adolescencia, periodo decisivo para en el vínculo que condicionará la relación materno-filial en años futuros, o al menos en parte. En la mayoría de las ocasiones, madre e hijo no se comunican con palabras, sino por medio de gestos y miradas que ambos saben lo que implica sin necesidad de abrir la boca.

Pero no solo en el contexto familiar se produce esto, cuando estamos con nuestros amigos utilizamos un código no verbalizado en el que se mantienen pequeñas conversaciones o intercambio de información donde tanto el que recibe como el que manda la “señal” saben descodificar dicha “señal” y es capaz de contestar de tal manera que ambos se comprenden. O por ejemplo, cuando dejamos pasar a alguien cuando vamos conduciendo, un simple gesto hace que dos personas se comuniquen sin necesidad de hablar.

Todo esto viene a que estas semanas, más bien desde que comenzó el curso prácticamente, estoy dando clases de repaso a compañeros de clase de las matemáticas del año pasado. 

Tengo la manía de ser un tanto descarada al mirar a la gente, pero es cierto que muchas veces no soy consciente de ello, sino que simplemente me quedo mirando un punto fijo pensando en mis cosas. Eso no me pasa siempre, es decir, hay contextos o momentos que tiene lugar en determinados contextos en los que mirar directamente cobra mayor sentido para mí que en otros. 

En el contexto del aula, no tanto el que sea en la universidad o en el instituto o en el colegio, considero que aquello que no se dice es al menos igual que aquello que se omite, es decir, un silencio después de una explicación puede ser similar que intentar explicarlo, con una simple mirad puedes saber si los alumnos lo entienden o no, sin necesidad de preguntarlo. Todos necesitamos nuestro tiempo para comprender y aprender, si fuese tan fácil aprender todo sería más aburrido, al menos para mí lo sería.

Hace un par de años, en PDD recuerdo que la diferencia que establece Kegan entre objeto y sujeto  para organizar la experiencia no llegaba a comprenderla y debido a mi afán pro preguntar todo, le pregunté (al profesor) que qué significaba. Es curioso porque sabía la relación que existía entre sujeto y objeto pero no sabía que implicaba cada uno, ya que en ese momento precisamente sujeto y objeto eran mi sujeto, es decir, podía establecer una relación entre ellos porque sabía estaban correlacionadas de cierta forma, pero no sabía qué era aquello que les hacía cambiar y qué sentido tenía que aquello que consideramos sujeto se convirtiera en objeto y no era al revés. Para mi sorpresa, cuando le pregunté me quedé igual que estaba y creo que quedó claro con mi mirada porque aunque no dije nada, obtuve como respuesta que no me preocupara. 

A eso justamente es a lo que voy, porque resulta que en el intensivo del lunes, una de las chicas no sabía solucionar un problema, algo que me sorprendía porque sabía que no era así. Por lo que decidí leer con ella el enunciado y copiar los datos simplemente. Para su sorpresa, cuando terminé de leer el enunciado ya había terminado el ejercicio, sin necesidad de que yo la ayudara. Se quedó tan sorprendida que me miró como diciendo “¿ya está?” y para corroborar el hecho de que le hubiera resultado tan fácil hacerlo, le preguntó a un compañero “¿el año pasado era tan fácil?”.

A  nivel personal, considero que en la docencia es tan importante aquello que se dice como aquello que se suprime por medio de la voz, es decir, que no hablemos no quiere decir que no se diga o que no se transmita aquello que se pretende. 

Hay diferencias entre ser estudiante y ser profesor en este tipo de vínculos, al ser estudiante tienes como referencia al profesor que sabes que te va a dar la explicación, o al menos debería, es una figura de referencia para ti, pero cuando tú eres el profesor es mucho más complejo porque en mayor medida depende de ti que tus alumnos no se enteren, al menos es lo que pienso yo cuando no se enteran de lo que les explico, y dudas de ti mismo, es decir, saber si estás en lo cierto. Aunque supongo que esto último dependerá tanto de tu formación como docente como de tu formación en el área correspondiente. Y de la experiencia que tengas o de la facilidad de respuesta.




24 de octubre de 2014

Meta-aprendizaje





Reconozco que estoy nerviosa por la resolución de la beca de iniciación a la investigación, no tanto porque evalúan al tutor de la investigación pero sí porque me evalúan a mí. Quiero decir, la evaluación del tutor tengo la certeza de que va a ser positiva pero no creo que pase lo mismo con la mía. 

Es cierto que cumplo con los requisitos para solicitar la beca, pero eso no quiere decir que esté cualificada, que esté preparada, que me concedan la beca. Es mucho más complicado de lo que parece porque depende de los aspectos en los que se fijen voy a tener más puntos o menos.

No sé cómo explicarlo, es algo que no depende de mí en este momento, pero si llego a saber que puedo solicitarla me hubiera esforzado en tener mejor expediente o en implicarme más en la universidad, algo que ya veo muy difícil entre el Departamento y el Programa Compañeros, supongo que en cierto modo hubiera hecho más hincapié en hacerme notar o no.

Me pilla tan de nuevas que no sé qué pensar, no sé qué hacer, solo me queda esperar.

Entre espera y espera, y en una de las clases que menos voy a echar de menos en toda la carrera, hemos realizado la última práctica de  física que ha consistido en una investigación grupal dirigida. Una de las actividades se llamaba “Metacognición- Metaaprendizaje” y me ha recordado que el martes me encontré a profesores de primero y estuvimos hablando. Me comentaron algo sobre metálogos, y como no sabía lo que era, cuando se fueron lo busqué y estuve escuchando las conversaciones que habían tenido sobre las clases de PDD.

Todo esto viene a que mientras estaba escuchando los metálogos, me puse a pensar en lo que había significado para mí la asignatura y lo diferente que sería cursarla actualmente. Parece algo absurdo porque es algo que se supone que sé o al menos algo que sabía en su momento, pero es que me he puesto a leer, sin saberlo, un post de uno de los profesores cuando era alumna suya, y aparte de que ahora tiene mucho más sentido el post de lo que lo tenía antes, no puedo hacerme la idea de por qué antes llegaba a una serie de conclusiones que no llego ahora y viceversa.

Es decir, no voy a decir simple porque no fue nada fácil analizar Do the opposite, pero recuerdo que en el momento en el que hace dos años leí la explicación que dio el profesor, si parecía tener sentido pero es que ahora entiendo mucho mejor su explicación y me cuesta entender más la mía.

Es muy raro porque parece que ahora todo lo de PDD está cobrando más sentido o le estoy dando más sentido de lo que le di inicialmente. Quizá en ese momento no estaba teniendo en cuenta la aplicación de lo que en sí es el temario de PDD, cosa que tampoco consideraba relevante en ese momento, pero eso no implica que conforme pase el tiempo no tenga sentido.

No quiero decir que el temario no tenga sentido, sino que cuando lo das por primera vez no tienes conocimientos pedagógicos o psicológicos para poder entender la transcendencia de esos contenidos. Motivo por el cual considero que ahora estoy entendiendo cosas que antes no entendía o en cierto modo no comprendía del todo o que pensaba que entendía pero ahora me doy cuenta de que no o no podía profundizar de la forma que puedo profundizar ahora. O al revés, no puedo llegar a conclusiones a las que podía llegar antes y por eso el sentido que le di a la asignatura es totalmente distinto a la que le doy con el paso del tiempo, que será muy distinto al que le dé en unos años. 

Cambiando de tema, soy consciente de que no hablé aún sobre cuál era el tema de la beca de investigación y todavía no lo voy a hacer. Pero tengo que decir que me está gustando más de lo que en un principio me gustaba y me está resultando muy interesante, sobre todo porque tiene mucho que ver con la docencia y me está ayudando a verla desde muchos puntos de vista.

16 de octubre de 2014

Muchos puentes



Uno de los aspectos que más me gusta de la carrera es el fuerte vínculo o la estrecha relación  que existe con la pedagogía, algo lógico por otra parte. Pese a ser tan clara esta unión no en todas las asignaturas se muestra una aplicación didáctica, o al menos una aplicación más o menos cercana que se pueda implantar en el aula. 

Está claro, o al menos para mí lo es, el hecho de que no en todas las asignaturas se tiene el tiempo suficiente para dedicar a realizar unidades didácticas lo suficientemente sólidas y mucho menos dedicarle el tiempo que esa tarea requiere. Algo que por otra parte no entiendo porque se supone que el 80% del trabajo del profesor, o al menos lo que mayor tiempo le lleva o le debería llevar, es la preparación de las clases, si algo tiene que versar en Magisterio precisamente es realizar una buena planificación de las clases, independientemente de que cada uno haga de su trabajo lo que le plazca, quiero decir, considero igual de importante tanto la formación en un determinado ámbito (Ciencias, Historia, Literatura, Matemáticas, etc..) que la formación didáctica, pedagógica y psicopedagógica de los profesores. 

En primero de carrera, el ámbito social que incluye la psicología y la didáctica que son básicas y gracias a ellas se elaboran las unidades didácticas, sobre todo partiendo de los procesos de enseñanza y aprendizaje y su aplicación el aula. Me hubiera gustado aprender a elaborar correctamente o al menos de manera lógica unidades didácticas, pero no es el caso.
Seguramente sea por una cuestión personal, pero creo que la asignatura de Didáctica no me aportó nada a la hora de elaborar unidades didácticas, paradójicamente. Lo único que hicimos de unidades didácticas fue hacerlas, sin saber cómo, o al menos yo no tenía idea de ello. De hecho aprendí más de unidades didácticas en otras asignaturas. 

Una de las metáforas finales que se utilizaron en PDD precisamente fue concebir la asignatura como un puente y describir nuestra posición tras ese tiempo transcurrido, es decir, una manera de autoevaluarnos a nosotros mismos y a nuestro aprendizaje. Al principio me pareció algo absurdo, en el sentido de que daba por hecho que superar la asignatura implicaba necesariamente haber cruzado el puente.

Pero aplicándolo a mi experiencia en Didáctica me pregunto “¿Qué puente he cruzado y cuándo?”. Puede que haya conseguido cruzar el puente de didáctica pero ¿De qué me vale si no he aprendido algo?

¿Qué significa cruzar el puente? ¿Aprobar? ¿Suspender? ¿Aprender? ¿Aplicar lo que he aprendido o saber hacerlo? ¿Por qué para algunas asignaturas lo que menos me importa es cruzar el puente, signifique lo que signifique? Si es así, ¿qué considero importante o por qué no considero que sea importante?

Parece una metáfora fácil pero nada más lejos de la realidad, quiero decir, damos significados distintos dependiendo de nuestro grado de implicación, sin tener en cuenta o pasando por alto aspectos diferentes que en otras situaciones si lo incluimos. Pero ¿cuál es el motivo? ¿Tiene algún sentido? ¿Por qué es un puente lo que hay que cruzar?

Puede ser que el puente no lleve una dirección correcta, puede que al cruzar te des cuenta de que haber llegado no te ha aportado nada o no has dado sentido al hecho de haber llegado. O el puente se bifurque en algún momento y tengas que decidir cuál de los dos elegir, cuál es el correcto y cómo saberlo. 

Seguramente, los profesores tengan claro dónde termina el puente, pero no tiene porque coincidir con el del alumno. En tal caso, ¿cómo se sabe o se puede saber donde ambos establecen los límites? ¿Qué límites prevalecen sobre cuáles?

Hay veces que cruzamos puentes sin saberlo, o no queremos cruzar los puentes porque el paisaje es aburrido o no nos gusta, pero el hecho de no cruzar el puente solo hace que el camino hacia el otro lado del puente sea más llevadero, tanto para los profesores como para los alumnos. No es lo mismo cruzar el puente sujetados todos por una cuerda que lleva el profesor a que cada uno vaya por libre o se creen grupos de trabajo o que en lugar de explicarlo el profesor lo explique un compañero. 


13 de octubre de 2014

"Pues como todos"





Echaba de menos escribir por placer y es que si el año pasado tenía poco tiempo libre, sobre todo en el segundo cuatrimestre, este año tengo menos aún. No es algo que me importe en exceso porque dedico el tiempo que tengo de dedicar a las asignaturas de manera más o menos equitativa, pero apenas tengo tiempo de escribir en el blog.

Suelo dedicar entre una hora o dos en redactar un post, es algo que en un principio no me cuestionaba, de hecho escribía sobre lo que quería escribir, pero no me paraba a reflexionar sobre lo que estaba escribiendo, algo que me es imposible hacer ahora.

Tengo unos cuantos post pendientes, entre ellos el del proyecto de investigación, pero precisamente porque tardo tiempo en preparármelos y reflexionar sobre ellos, el hecho de tener tan poco tiempo hace que no escriba, pero eso no quiere decir que no tenga ganas de hacerlo.

La clase del lunes de la semana pasada, en concreto la de Literatura, estuvo muy entretenida, no solo por la obra que teníamos que analizar, “La Celestina”, sino también por el comentario que hizo el profesor acerca de la obra. En un momento determinado del debate, se dijo que en la obra uno de los personajes iba a lo que iba (aspecto sexual) a lo que el profesor dijo “Pues como todos”. Menos mal que luego puntualizó diciendo “los de la obra”.

Fue gracioso porque de primeras ninguno nos esperábamos esa contestación viniendo del profesor y de segundas porque todos lo vinculamos con otro contexto más amplio que el propio de la obra.

No sé muy bien el motivo, pero esto me recordó a un ejercicio de vinculación de PDD donde el profesor nos dio una bolsa de la cuál teníamos que coger un bolígrafo, que nosotros mismos elegimos, luego nos lo quitó y finalmente pudimos quedarnos con uno. 

Es cierto que me costó más entender o completar el sentido de permanencia, es decir, cuando nos quitó el bolígrafo para mí no fue importante perder el bolígrafo porque apenas llevábamos 10 minutos, si llega, con él. En cambio, uno de Los Creativos hizo un comentario un tanto violento del tipo “como me lo quite, se lo clavo”. No deja de ser una broma pero me dio que pensar porque para mí era un simple bolígrafo, no tenía mayor sentido, quiero decir, antes no tenía ese bolígrafo y era feliz, mi vida seguía teniendo sentido sin el bolígrafo. Es cierto que al cabo de los meses, cuando casi lo pierdo sí que lo reconocía como mío, es decir, ya era posesión mía, pero recuerdo que las primeras semanas era “el boli de psicología”.

Hace un rato he leído un artículo que decía que un profesor no puede ser amigo de un alumno, es más que es ético que jueguen un partido de fútbol, por ejemplo. No entiendo el motivo por el simple hecho de que casi toda la gente a la que he dado clase y estoy dando son amigos, pero eso no afecta, o al menos yo no creo que afecte, a la relación entre profesores y alumnos. Los roles entre amigos y entre profesor-alumno son distintos pero eso no implica que dos amigos no puedan aprender uno del otro o que profesor y alumno no puedan ser amigos.

De hecho, considero que uno de los contextos donde más se aprende es con los amigos por medio del juego. Uno de los recursos que más utilizo para explicar matemáticas es por medio de los juegos. Personalmente creo que es un problema de mentalidad pensar que un alumno y un profesor no pueden ser amigos, ¿uno es superior a otro y por eso no pueden serlo? Otra cosa es el nivel de amistad que se establezca pero está claro que no son desconocidos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Si uno de los dos se sintiera superior, el otro estaría en un escalón menos, por lo tanto no se podrían considerar de la misma “clase”. Es como pensar que un alumno no puede enseñar a un profesor ¿Quién dice que no? Está claro que hay un proceso de enseñanza aprendizaje y tanto uno como otro están desarrollándose tanto personal como profesionalmente. 

¿Acaso el hecho de que sean amigos influye negativamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje? Quizá sea porque no veo viable una clase en la que los profesores se limiten a explicar y los niños a repetir como loros, pero sí que creo que tiene que existir cierta relación entre los profesores y los alumnos para que favorecer el proceso. 
 


Lo que hago, o al menos lo que intento cuando doy clases de matemáticas es que me lo expliquen ellos lo que entienden y lo que saben acerca de los problemas y a partir de ahí, no explicárselo directamente sino tratar de que sean ellos mismos quiénes lleguen a las conclusiones. Me parece mucho más productivo que explicarles directamente el ejercicio. Si no entienden algo es porque hay algo que falla en su razonamiento y saber cómo razonan es esencial para saber dónde fallan. Si se lo explico directamente puedo asegurar que lo van a entender, o no, pero seguramente mi razonamiento diste mucho del suyo, de modo que es preferible, o al menos prefiero, que sean ellos quienes me lo expliquen a mí cómo lo harían.