26 de febrero de 2014

Aforismos, koans y agudeza sensorial


En el primer post sobre Counselling, os hablé de un capítulo del libro “El constructivismo en la psicología educativa gracias al cual estuvimos reflexionando a cerca del hecho de aconsejar y conforme a eso, el autor, distinguía una serie de aforismos relacionados con dicho concepto.

No sabíamos muy bien lo que era un aforismo pero conforme íbamos leyéndolos fuimos comprendiendo mejor en qué consistía. Si se busca en el diccionario la definición exacta es “declaración u oración concisa que pretende expresar un principio de forma breve, concisa, precisa y coherente de apariencia cerrada”. Yo fui mucho más concisa y consideré que eran premisas, no estaba equivocada del todo pero me faltaban matices.

Acorde con los aforismos, Alejandro nos animó a buscar el significado de las koans. Según la tradición zen, son problemas que el maestro plantea al alumno para comprobar sus procesos. Suelen ser absurdas, ilógicas o banales. Para resolverlos, el alumno debe desligarse del pensamiento racional y aumentar el nivel de conciencia intuyendo lo que en verdad le está preguntando que transciende al sentido literal de las palabras. 

Un ejemplo de koan es el siguiente:

               “Un monje le pregunta a Zhàozhou: “¿Tiene un perro naturaleza de Buda o no?”. A lo que responde: “Wú””.

Aplicando la razón es absurdo y cómico que tu maestro te responda con un ladrido, pero la respuesta a esta pregunta va más allá del ladrido, es decir, el significado transciende de lo que queda reflejado en las palabras. 

Es como la típica frase de nuestras madres cuando le pides algo que tienen tus amigos y te responde: “¿y si tus amigos se tiran por un puente tú también te tiras?”. Está claro que no es de manera literal sino que va mucho más allá de un puente o un pozo. 

En la sesión de esta semana, comenzamos a experimentar cómo fomentar la propia agudeza sensorial de cada uno de nosotros, es decir, desarrollar la capacidad de aprender a atender y sensibilizarnos para notar lo que nos pretenden transmitir para lograr una sintonía estableciendo una buena relación con el paciente. 

Para ello, realizamos una serie de dinámicas que consistían en fomentar distintas habilidades comprendidas dentro de la propia agudeza sensorial. Para mí, existe una pequeña separación entre inteligencia emocional y agudeza sensorial. Incluso podrían considerarse sinónimos ya que ambos te ayudan relacionarte con los demás, pero los contextos o las situaciones en las que se apliquen serán decisivos para considerar una u otra. Personalmente, parece que agudeza sensorial es más concreta que inteligencia emocional, mucho más general. 

La primera dinámica consistía en que en parejas de 3 deberíamos realizar un juego de roles  donde A se limitaba a expresar de manera no verbal las emociones o sentimientos  que florecían tras acordarse de alguien que le cae bien y de alguien que no le cae bien para poder CALIBRAR esas variaciones y explicitarlas de modo que se observaran las diferencias entre una y otra experiencia fácilmente. Personalmente, considero que hay gestos que sí puedes generalizar en ciertos gestos que en muchas ocasiones los hacemos de manera inconsciente, pero el hecho de saber A lo que B y C van a observar condiciona la actitud de A. Esa fue la sensación que tuve al ser A. 

Aunque en nuestra triada había patrones que repetíamos considero que era por imitación, al menos en mi caso. Por ejemplo, cuando pensábamos en el que nos caía bien movíamos mucho los ojos y nos mirábamos entre nosotros posiblemente porque como B y C estaban observando a A daba la impresión que cuando A se reía y B y C al ver ese situación se reían es como si se les transmitiese lo que A estaba pensando y se  reían  los 3 a la vez. El hecho de que lo hiciera uno de nosotros y los otros también lo hiciese me hace pensar que esa situación se repite por imitación. También puede ser una forma de compartir las experiencias.

Por ejemplo, recuerdo en el cursillo de verano que le conté un chiste a una chica y cuando ella lo estaba contando yo la estaba mirando. Cuando lo contaba al resto de la gente, se estaba acordando de la manera en la que se lo había contado yo, porque lo más gracia le hacía lo era el chiste en sí, sino la forma en la que yo se lo había contado. 

La segunda dinámica consistía en contar 3 historias: la primera tenía que ser verdadera, la segunda inventada y la tercera podías elegir si era verdadera o inventada, de modo que lo tenían que adivinar los compañeros de la triada. Notar las diferencias entre las dos primeras era más o menos fácil pero la tercera era más dudosa, al menos para mí. Mi primera tercera historia fue demasiado extensa y con demasiados detalles, por lo que era “evidente” que era verdadera, pero como hicimos otra ronda, cambié de estrategia y me inventé una corta que no me había ocurrido, por lo que el veredicto fue que era verdadera. Conocer a la otra persona es crucial para saber si te está mintiendo o no, es decir, el hecho de que sea más o menos extensa la historia no quiere decir que sea verdadera o inventada. 

Por ejemplo, cuando estás diciendo la verdad y te pones a reír parece que estás mintiendo pero no siempre es así. 

La última dinámica se trataba de crear patrones en los que un miembro del grupo no supiera el patrón que estaban llevando a cabo el resto del grupo. Es una práctica beneficiosa tanto para el que no sabe el patrón porque tiene que descubrirlo como para el resto del grupo ya que ven la reacción del que desconoce el patrón ante el mismo y cómo lo descubre. 

Este verano estuve con mi primo de 4 años en la piscina. Estábamos “jugando a las carta” (él hacía filas de cartas para los dos y contaba quién tenía más) y me di cuenta que cuando llegaba al 14 no decía el número 13, por lo que en lugar de contar las 14 cartas, para él había 15. Seguimos jugando y observé que seguía sin decir el número 13. No sé exactamente cuánto tiempo pasó hasta que mi tía le dijo que no estaba diciendo el 13. Lo siguió sin contar hasta que él mismo se dio cuenta que no estaba diciendo y ya decía correctamente. 

No quería decírselo precisamente para que se diera cuenta porque por ejemplo si tenía 14 cartas y añadía una volvía a contar de nuevo desde la primera. Creo que el cansancio de contar tantas cartas hizo meya en él y le hizo pasar del 13 para hacer más corto el camino por mi insistencia para que contase de nuevo. 


25 de febrero de 2014

Pestalozzi y Rousseau


Ambos autores fueron muy relevantes para la pedagogía del siglo XVIII, pero cada uno veía o consideraba a los niños, y por tanto al hombre, de manera significativamente diferente.

Los contextos políticos y económicos que rodearon a cada uno de ellos hicieron que cada uno tuviera su punto de vista. Pestalozzi vivió la división entre la modernidad y lo contemporáneo además de desigualdades sociales. Por su parte, Rousseau también vivió desigualdades sociales pero influenciadas por el pensamiento de los pensadores de la enciclopedia.  

En relación a cómo entendían que se tenía que educar al niño, la diferencia era clara: mientras Pestalozzi (suizo) consideraba que la sociedad y la familia era lo más natural para que el niño pudiera desarrollar todas sus capacidades, Rousseau (francés) consideraba que los niños eran buenos por naturales y que el hombre era el que se encargaba de corromperlo y degenerarlo por lo que su educación tenía que ser de forma aislada para que fuera lo más natural posible, tal y como defiende en su obra “Emilio”.

Acorde con este argumento, es muy importante al menos para mí, el hecho de que se consideren estos dos puntos de vista porque pese a parecer dispares, no difieren tanto unos de otros. Por ejemplo, un argumento a favor de Pestalozzi es que la capacidad de hablar y comunicarnos viene condicionada por la sociedad y la familia. El caso de los niños Salvajes se ve claramente cómo la ausencia de una familia y una sociedad provocan alteraciones serias en la conducta de los niños, en ese caso, son incapaces de hablar y gesticulan o balbucean. Desde el punto de vista de Rousseau, el hecho de organizar los contenidos de tal forma que el niño esté capacitado para entenderlas es crucial y algo natural. Defendía que no se debe enseñar la religión a un niño hasta cierta edad ya que es imposible que la entienda. Actualmente, no se puede enseñar y aprender a restar si no sabes sumar, o no tienes cierto dominio con las sumas.

Otra diferencia entre estos autores reside en el tipo de desarrollo que se lleva a cabo en el niño, es decir, si se realiza simultáneamente como defiende Pestalozzi o si por el contrario es de manera secuencial como considera Rousseau. En este caso, ambos tienen razón. Aprendemos simultáneamente varios conceptos de manera secuencial, es decir, cuando aprendemos escribir, estamos aprendiendo a leer también para comprobar que lo estamos haciendo correctamente. O cuando se enseña el abecedario se enseña simultáneamente la letra y la grafía de la letra y de forma secuencial (letra, letra más otra letra, palabra, etc…).

Para Pestalozzi el objetivo de la educación era preparar al niño para vivir en sociedad de modo que pudiera desenvolverse de manera natural en la sociedad pero para Rousseau era preparar a dichos niños a convivir en la sociedad corrupta en la que se encuentra. En este sentido, no considero que Pestalozzi descarte el hecho de que haya corrupción o no en la sociedad, sino cómo el hombre debe o no hacer frente a ello, convivir con ello. Rousseau tiene una perspectiva más negativa de la sociedad en ese sentido. 

Por último, para Pestalozzi  dentro de la formación elemental distingue entre educación física natural e instintiva y la gimnasia elemental. Para Rousseau la gimnasia era algo secundario.

Rousseau consideraba que la educación tenía dos fines: educar bellas almas y educar a la chusma. 

Pestalozzi es considerado un pedagogo social, ilustrado y filántropo que sentó las bases de la pedagogía social y de la escuela popular moderna. Sus obras más destacables son: “Cómo Gertrudis educa a sus hijos”, “La Carta XXII” y “El canto del cisne”. 


19 de febrero de 2014

No hay nada nuevo bajo el sol. Comenio y el realismo pedagógico.

Como ya comenté en el último post, y por motivos de agenda, la figura de Comenio no se llegó a tratar con profundidad durante la sesión de la semana pasada pero sí que desarrolló en la sesión del lunes.

Debido a la gran cantidad de guerras que existían en el siglo XVII (El siglo de Oro), no solo en nuestro país sino en el resto de Europa, entre cristianos y protestantes fueron apareciendo una serie de corrientes o de movimientos ideológicos como por ejemplo, la Reforma Protestante de la secta de Calvino y la Contrarreforma Católica (defendida en España por los reyes Carlos I y Felipe II). Un ejemplo de ello fue la creación de los Jesuítas por Ignacio de Loyola, una institución creada para salvaguardar al cristianismo de los diferentes movimientos que fueron apareciendo.

Se considera que el realismo pedagógico implicó un cambio en la forma de pensar de los pedagogos de la época porque pusieron los pies en la tierra, es decir, consideraban que era importante una observación de la naturaleza cuestionando así el pensamiento de la época medieval.

Una de las sectas que surgieron fue la Unidad de los Hermanos Moravos de la cual formaba parte Comenio. Siempre fue perseguido y exiliado por ello de su país natal (la actual República Checa). En Holanda, publicó sus dos libros “Didáctica Magna” y “Orbis sensualium pictus”. Este último es considerado el primer texto escolar de occidente.

Concibe al hombre como un microcosmos que se puede modelar, es decir, defiende una idea pansófica donde se puede enseñar todo a todos. Además fue el precursor del globalismo (modo en el que el hombre se relaciona con la naturaleza), gradualidad (una organización paulatina de contenidos) y ciclicidad (enseñar lo mismo cíclicamente; programación helicoidal).

Un aspecto que me llamó la atención fue que el profesor nos dijo que Comenio defendía uno de los métodos que sigue utilizándose para aprender a leer  y escribir donde se enseña simultáneamente las letras y las palabras.

Pero para mí, lo que más me sorprendió fue que Comenio fue el primero en estipular o considerar las bases de la Escuela Moderna Democrática que como mayor aporte que proporciona a la educación del momento es organizar la escuela en salas de clases, aulas agradables, llenas de luz, limpia y con pinturas educativas en las paredes.

Esta distribución tenía la siguiente forma:

Tipo de escuela
Edades
Maternal
0-6 años
Elemental
6-12 años
Latina o Gimnasio
12-18 años
La Academia o Universidad
18-24 años

Es curioso que pese a que han pasado varios años desde entonces, esta forma de organización ha permanecido casi intacta, o al menos ha sufrido escasas modificaciones, no solo en el nombre, sino también en las edades.

Por ejemplo, en la EGBE se comenzaba con 6 años y se finalizaba con 14 y la etapa escolar superior en lugar de ser 6 años era 4, de tal forma que para acceder a le etapa superior (Universidad) la edad de acceso era la misma.

Otro ejemplo, lo que Comenio consideraba Educación Maternal, en nuestro país sólo es obligatorio escolarizar en el periodo de los 3 a los 6 años.

Una crítica que personalmente considero o interpreto que se da a entender según Comenio, aunque en ningún momento se concreta, es la obligatoriedad de pasar por todas la etapas. Posiblemente sea porque actualmente se obliguen a tener cierto nivel de estudios o de la importancia que se daba en esa época el hecho de tener estudios superiores. Supongo que sería así porque los estudios superiores como FP no habían aparecido o si lo habían hecho no se consideraban tan importantes o relevantes. Pero hoy en día creo que son más o menos equiparables.

Reconozco que tenía miedo de comenzar la asignatura porque tenía pensado que iba a ser muy teórico y el peso de la historia iba a ser muy importante. No consideraba que muchos de los contenidos sobre educación fueran tan antiguos, es decir, lo poco que sabía de filosofía me daba a entender que cada uno iba a tener su forma de comprender la educación. Pero me di cuenta de que no es tan teórico, solo es ir entendiendo paulatinamente y muchas veces las concepciones de educación no son tan dispares unas de otras, es decir, podemos estar más o menos de acuerdo pero en aspectos concretos tienen razón.

Por ejemplo, ¿el hombre es bueno por naturaleza o malo por naturaleza? Puedes estar de acuerdo con una de ellas y pensar que estás en lo cierto pero si profundizas te das cuenta que no es tan fácil de contestar. Cada uno tiene una serie de matices que te hace obtener tu propia concepción de cómo es el hombre.

Para mí, ése es uno de los objetivos que creo que se pretende en esta asignatura. No solo saber las innovaciones que ha sufrido la educación históricamente, sino que cada uno de nosotros seamos conscientes de que no vamos a enseñar de la misma forma que nos han enseñado, aunque en cierto modo nos condicione o determine para enseñar de una forma o de otra.


“Yo soy yo y mi circunstancia” José Ortega y Gasset.


14 de febrero de 2014

La educación desde finales del siglo XV hasta comienzos del XVIII

En el anterior post sobre  el surgimiento de las universidades medievales en Europa, nos quedamos en el siglo XV aproximadamente. En este periodo histórico la religión tenía una gran influencia sobre la gran mayoría de los aspectos de la vida y la educación no iba a ser menos.

A principios del siglo XVI, surgieron una serie de órdenes religiosas católicas como respuesta a la contrarreforma de la iglesia. Apareció así lo que se denominaba Ratium Studiorum que corresponderían a lo actualmente llamamos educación secundaria (E.S.O. y Bachillerato) y estudios universitarios como la retórica, la dialéctica, la ironía, etc... Se consideraba un plan de estudios donde se procesaba la religión de manera internacional. Es decir, eran una serie de centros educativos en red en los que los profesores tenían libertad de dar clase en los diferentes centros pertenecientes a dicha red. Este tipo de educación estuvo vigente hasta el siglo XIX. 

Como respuesta a este sistema, José de Calazán en el siglo XVI fijándose en los niños que deambulaban por la calles y pensando que podrían terminar siendo delincuentes, creo la Escuela Popular, que se caracterizaba por ser una escuela pública y gratuita para todos y se encontraba estructurada de forma graduada, es decir, no se encontraban todos los alumnos de distintas edades en la misma clase, sino que se ordenaban los contenidos  con respecto a su edad. 

Una de las causas por la que se pudo llevar a cabo este tipo de escuela fue promovido por las distintas interpretaciones que se realizaron sobre la Biblia. 

Independientemente de las escuelas se crearon instituciones paralelas, en las que generalmente se enseñaba gramática, que servían como clases de apoyo y que cobraron mayor importancia  en las grandes ciudades  como escuelas superiores para conformar una especie de universidades. 

Teniendo estas dos formas de entender la educación podemos denominarlas como disciplinaria y realista.

Mientras que en la primera se establece seguir las pautas estipuladas en un marco controlador, en la segunda se deja cierta libertad de pensar de diferente forma a la del resto. El método cambió de lógico a experimental, ya que no era tan importante lo que la Biblia dijera sino lo que se podía demostrar o lo que cada uno podía obtener como verdadero. 

Esto me recuerda a FPAD cuando vimos los distintos modelos o perspectivas en educación: la perspectiva convencional y contemporánea. 

En el próximo post especificaré la figura de Comenio que considera que se puede enseñar todo a todos como muestra en su libro "Didáctica Magna".

A principios del siglo XVIII, la figura de Rousseau fue esencial para establecer los cambios de la pedagogía contemporánea, es decir, su concepción del hombre fue diferente  al de la época y por ello estipulo una serie de principios de la educación. (El concepto de educación depende del concepto de hombre)

En sus obras "Emilio" y en lo que consideraba Contrato Social, el autor ponía en juicio la situación social del momento, obteniendo como conclusión los siguientes principios. 

  1. Paidocentrismo: movimiento ideológico que concibe a cada niño con características precisas y que hay que trabajar en función de las mismas.
  2. Educación natural: educación que pretende fomentar el desarrollo personal  de todas sus capacidades para conseguir una mejor perfección. 
  3. Educación negativa: se trata de impedir el contacto con lo que no debe hacer para preservar la bondad del niño.
  4. Educación progresiva: formando prematuramente el espíritu del niño.
  5. Educación de la mujer: relativa a la de los hombres.



11 de febrero de 2014

“Nunca, nunca, nunca ofrezcas un consejo”: una reflexión sobre la práctica profesional.

Aunque precipitadamente los incidentes puedan considerarse  negativos, lo cierto es que no son así siempre, es decir, que algo no ocurra como te esperabas no quiere decir no puedas hacer nada para remediarlo o que no puedas sacar aspectos positivos de dicha experiencia.  Puedes analizar una experiencia que tuvo lugar hace tiempo para concretar las expectativas que tenías y compararlas con las que actualmente tienes.

El título del post es de uno de los capítulos  del libro de Tom Ravenette que lleva por título “El constructivismo en la psicología educativa”. Es la segunda vez que me pasa con el mismo profesor estar buscando información sobe un determinado tema y terminar descubriendo algo. La primera vez fue cuando hice un post sobre “Secretos del corazón” pero en comparación de la segunda creo que me adelante. Lo creo porque uno de los objetivos que teníamos que “descubrir” tras leer el capítulo era decir cuál era la posición del autor. A lo largo del texto se muestran numerosas maneras de trabajar partiendo de historias que se cuentan. En cambio ahora me pasa como la anterior vez, sé lo que es pero no sé explicarlo. Espero lograrlo antes de terminar esto.

Una creencia muy extendida es que los psicólogos dan consejos de cómo deben hacer sus pacientes para solucionar sus problemas. Precisamente eso es justo lo que no hacen. Si fuese así, en caso de equivocarse el paciente las consecuencias las pagaría directamente el psicólogo porque el paciente se limitó a aplicar la decisión del psicólogo.

Partiendo de esa situación hay que tener en cuenta que cada uno de nosotros tenemos una serie de interpretaciones acerca del mundo y de las distintas connotaciones que podemos aplicar a un mismo concepto. Siempre va a existir cierta ambigüedad entre lo que cada uno de los interlocutores interprete.

Algo que aprendí en la formación que recibí para el Programa Compañeros es tener la capacidad de diferenciar entre los roles que tenemos tanto dentro como fuera del propio programa, es decir, no es lo mismo realizar un seguimiento a una persona que entablar una conversación más allá de la pura relación ayudante-ayudado. Es como la manera de hablar con tus amigos delante de tus padres a cuando no están tus padres.

Para mí lo más complicado de la ayuda entre iguales reside en saber distinguir los roles que cada uno cumple y las interpretaciones de soberanía o superioridad uno sobre otro. No solo por parte del que necesita ayuda sino también por quien se lo aporta.

La objetividad y la empatía son esenciales para poder trabajar correctamente. El hecho de ponerte en el lugar de otro te hace sentir o pensar cómo debes formular las preguntas o qué preguntas debes formular. Los silencios son muy valiosos y no deben considerarse negativos ya que es una forma de organizar información y autogestionarse emocionalmente

Proporcionar ayuda no está reñido con aconsejar, es decir, hay veces que no se busca una solución sino ser escuchados y librarse de esa ansiedad o estrés que puede provocar la situación. Lo que sí se puede hacer es inducir o ayudar al propio cliente a llegar a sus propias conclusiones sin necesidad de aconsejar, es decir, ayudarle a buscar soluciones al problema de manera autónoma.

Lo más importante es que las decisiones las tome el cliente con la ayuda, no con el consejo, del psicólogo o del mediador.

Que algo sea bueno para ti no quiere decir que sea bueno para los demás, es decir, que tu actúes de una determinada forma no quiere decir que sea la correcta. Solo tú puedes decidir lo que vas a hacer.

Molesta mucho hacer algo porque te obliguen o aconsejen. Por ejemplo, hace poco estaba jugando con mi hermano, mi cuñada y mi madre a las cartas. Al principio no íbamos por dinero pero mi hermano lo propuso y como no perdía demasiado decidimos que jugar a dinero. Cuál fue mi suerte que empecé a perder y mi hermano a ganar. Él terminó con 10€ míos  y yo muy enfadada, no solo por perder el dinero sino porque había sido una imposición. Si hubiera salido de mí le hecho de dar dinero a quien ganara no me hubiera molestado tanto, o al menos las culpas serían mías, pero como no fue así, la culpa de que yo perdiera dinero fue mi hermano.

La forma de trabajar que tiene Tom Ravenette ante la situación planteada por su aprendiz es mediante la Teoría de Constructos Personales (TPC). Es una teoría desarrollada por George Kelly (1995/1991:2001) en la que se considera que el significado que atribuimos a las experiencias es resultado de una construcción personal.

Tomando la TPC como referencia Tom Ravenette lo aplicó a psicoterapia con niños y adolescentes cuyos objetivos principales son: evaluar las construcciones mediante la que los niños dan sentido a sí mismos y a los demás y facilitar que el niño descubra nuevos significados personales que le sean útiles y le permitan sentirse mejor.


Dicho de otro modo, NO ACONSEJAR. 


La universidad

Es curioso y gracioso que precisamente yo hable de este tema porque no fue una acción deliberada ni mucho menos pensaba que podía acceder a ella. Tenía un concepto parcialmente opuesto al que tengo hoy en día, ya que pensaba que al fin y al cabo era estudiar más para no conseguir nada que no pudieras conseguir mediante un Grado Superior o mediante otro sistema. También creía que lo del Plan Bolonia sería algo muy perjudicial para la universidad porque consideraba que todo lo referente a la universidad era un derroche de dinero.

Pero aquí esto, en mi 2º año de carrera y planteando mi futuro a esa figura del profesorado que tanto odiaba. Es cierto que en algunos aspectos no me equivoqué, por ejemplo, pierdes dinero en el sentido de que tienes que pagar por ir a clase pero te pasa con apenas salir de casa.

Además, tenía una concepción del profesorado no muy bien considerada. Si fuera tan solo 3 años atrás me diría “¿tan tonta eres que acabas siendo lo que tanto te disgusta?”. No sé si tonta o lista pero no creo que sea tan malo equivocarse. No puedes criticar algo que no conoces y quizá ese fue mi problema inicial.

Una pregunta que nos planteó el profesor fue que qué le diríamos a alguien nuevo lo que implica la universidad, es decir, que significa para nosotros la universidad. Lógicamente para cada uno de nosotros implicará una serie de connotaciones diferentes porque todos no tenemos los mismos motivos por los que estar aquí.

La universidad, según Alfonso X El Sabio, significa un ajuntamiento (ayuntamiento) entre maestros y discípulos, es decir, no hacía falta motivar a los alumnos porque ellos querían aprender. Personalmente, esto es esencial porque hacer algo porque tú quieres significa que no te ves obligado a ello, es decir, la motivación que sale de ti mismo es mucho más satisfactoria que si te obligaran a ello.

Para establecer esta unión entre maestro y discípulo se llevaban a cabo seminarios en los que debatían sobre un tema concreto, generalmente establecido previamente mediante una lectura. El método a seguir era el siguiente: se planteaba el tema a debatir que podía ser una afirmación o un texto (normalmente predominaban los textos), se debatían con pros y contras dicho fragmento leído previamente y por último se obtenían las conclusiones obtenidas tras el debate.

Creo que es algo que generalmente se está perdiendo, o al menos es la sensación que me da, hay pocos profesores que trabajen desde este punto de vista pero que indudablemente es mucho más beneficiosa que limitarse a explicar (clases magistrales), llevan mucho tiempo prepararlas y requiere que el profesor esté continuamente recogiendo información de sus alumnos. Este intercambio de información es altamente valioso para ambos, ninguno de los dos sabe lo que el otro puede argumentar o pueden llegarse a confundir, aunque el que tiene más papeletas para ello sea el discípulo.

Personalmente, uno de los problemas que he podido comprobar es el cambio entre el instituto o la manera de establecer una relación tanto profesor-alumno como centro-alumno y la universidad. No sé el motivo pero en el instituto tienen una concepción de la universidad un tanto negra, quiero decir, dan a entender a los alumnos, y así lo muestran, que la universidad es complicada y my diferente a lo que estamos acostumbrados.

En cierto modo llevan razón pero no en el sentido en que ellos creen, o que nosotros hemos considerado que se referían. El cambio es notable pero a bien, al menos en mi caso. Posiblemente el tránsito de una etapa evolutiva a otra, de la adolescencia a la adultez (no sé cómo se llama ese periodo pero comúnmente se le conoce como “madurar”), el hecho de tener más autonomía y responsabilidad de la que se tenía en la adolescencia haga ver el etapa universitaria desde otro punto de vista.

Volviendo al tema principal, es necesario contextualizar la Edad Media, periodo de surgimiento de las primeras universidades. Este periodo histórico, en nuestro país comienza en el siglo VIII y finaliza en el siglo XV con la invasión musulmana de la Península y la Reconquista de Granada, respectivamente.

El pensamiento que imperaba en la época era el teocentrismo, es decir, Dios era la referencia de la vida cotidiana. Durante este periodo, Alfonso X El Sabio estipuló el que es considerado primer sistema educativo de España en su libro “Las partidas” en el siglo XIII.

El sistema organizativo y económico más extendido entre el siglo X y el XIV fue el feudalismo en el que una propiedad era cultivada por siervos (pertenecientes al pueblo llano) donde parte de las ganancias se entregaba en forma de “censo” al amo (pertenecientes a la nobleza, generalmente era un pequeño noble) y leal al rey. Posteriormente, se estipuló un impuesto en el parte de esa ganancia correspondía a la Iglesia (al estamento clerical).

En la península convivieron el islamismo, el cristianismo y el judaísmo durante un periodo de tiempo, pero las batallas entre ellos no tardaron en surgir. Un ejemplo de ello son las cruzadas (batallas entre cristianos y musulmanes) para recuperar/reconquistar Tierra Santa y el Santo Sepulcro durante los siglos XI y XII.

En el siglo XIII, se crearon las órdenes mendicantes cuyos máximos representantes eran San Francisco de Asís y los Agustinos que se encargaban de impedir las herejías, es decir, como el cristianismo se había impuesto como religión oficial aquellos que no siguieran el dogma cristiano eran perseguidos. Poseían un sistema de enseñanza propio en el que se obtenía una buena formación intelectual para debatir con los herejes y conseguir que se convirtieran al cristianismo. Como consecuencia de estas órdenes, en el siglo XVI se creó la Inquisición que estuvo vigente hasta comienzos del siglo XIX.

Un hecho que tuvo lugar en los siglos XIII y XV fue el surgimiento de la burguesía que no eran señores feudales sino comerciantes. Tenían su propio sistema gremial en el que se enseñaba a un aprendiz un oficio determinado para ser dominero y conseguir ser maestro.

Llegados a este punto es más fácil comprender el surgimiento de la universidad en el que se congregaba el saber universal. El antecedente de dichas universidades  eran las escuelas catedralicias que se situaban anexadas y regentadas por obispos. La institución de la universidad tuvo como antesala lo que se conocía como Studium Generale , es decir, un título otorgado por el papa o el rey de dicho país.

Studium Generale eran lugares en los que se impartían saberes múltiples  mientras que en las universidades se recibían profesores de otras universidades para tener un abanico más amplio de saberes. La diferencia reside en la movilidad de los maestros ya que los primeros se limitaban a maestros locales o regionales.

La universidad de Bolonia fue la primera a nivel europeo y en ella se impartían clases de teología, matemáticas, astronomía, medicina, farmacia y leyes, gracias a este último recibió gran fama.

El sistema de discusión típico de las universidades medievales era mediante la escolástica ya que se conseguía argumentar correctamente, sin errores. El método empelado era de orden lógico-deductivo y formal basado en la argumentación silogística, propuesta por Aristóteles. Sin embargo, no fue él quien sugirió esta argumentación sino Santo Tomás de Aquino en su libro “Summa Theologiae”, una de sus tres Sumas, en el siglo XIII y en la que se observa el saber filosófico y teológico del momento.

En la escolástica se daba mucha importancia a la autoridad maestro, ya que era considerado como figura de referencia y sus argumentos no eran nunca refutados. Esto fue así hasta el siglo XVI ya que a partir de entonces era necesario demostrarlo sin tener como argumento de autoridad al maestro. Las redacciones literarias que se llevaban a cabo mediante exposiciones por los maestros de temática filosófico y teológico llevan el nombre de quodlibet.


No podía dejar escapar la oportunidad de hablar de la Universidad de Alcalá, no solo porque esté estudiando en ella sino porque toda mi infancia la pasé en Alcalá de Henares. Pese a que en el colegio siempre tuve presente que la universidad de la ciudad era muy importante y tenía muchos años no era consciente de ello o mejor dicho no sabía por qué lo era. Simplemente el hecho de ir a Alcalá y ver las calles, los parques y demás sitios me ayudan a sentirme como en casa. Por imágenes como ésta merece la pena entrar.